
La parálisis facial idiopática o parálisis de Bell es la afectación del nervio facial (VII craneal) en cualquier punto a lo largo de su recorrido anatómico por causa desconocida. Se trata de la forma más frecuente de parálisis facial periférica. Hay que diferenciarla de la parálisis facial central, en la que existe un daño a nivel cerebral debido a un accidente cerebrovascular (ACV), un tumor o una infección. Puede ocurrir en cualquier persona, a cualquier edad, aunque es más frecuente entre los 15 y 45 años, y/o inmunodeprimidos. El nervio facial puede verse afectado en su recorrido periférico por causas secundarias como la fractura del hueso temporal debido a un traumatismo, un tumor, una otitis crónica o una infección, etc. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones no conocemos la causa exacta de la lesión. Es por eso que a este tipo de parálisis se le denomina idiopática. Se piensa que puede estar relacionada con alguna infección vírica, algún trastorno metabólico o de los pequeños vasos sanguíneos que nutren al nervio e incluso que existe un componente autoinmune. La consecuencia final es que el nervio se inflama y queda comprimido en su trayecto. Debido a esto sufre isquemia (no le llega suficiente sangre) y se daña la vaina de mielina que lo recubre.
¿Cómo se manifiesta?
El nervio facial tiene ramas sensitivas y motoras, así que las consecuencias de su lesión son pérdida de sensibilidad y motilidad en un lado de la cara. También inerva a las glándulas sudoríparas, salivales y lacrimales, transmite las sensaciones del gusto de una gran parte de la lengua y la sensibilidad de un área del oído. Los síntomas de la parálisis de Bell son: asimetría facial (un lado de la cara queda paralizado bruscamente, se pierden las arrugas de la frente y se borra el surco nasogeniano) incapacidad para elevar la ceja, fruncir el ceño, cerrar el ojo (cuando se intenta el globo ocular se dirige hacia arriba: signo de Bell), lagrimeo ocular, salivación persistente, pérdida del sentido del gusto, dolor mandibular o detrás del oído, acúfenos e hipersensibilidad a los sonidos.
¿Cómo trabaja la acupuntura en la parálisis?
La acupuntura ayuda a acelerar la recuperación, sobre todo si se empieza a administrar de manera temprana. Favorece a los músculos paralizados para que vuelvan a ejercer su función más rápidamente y se normalice la sensibilidad. Su efecto se produce gracias al aumento del flujo sanguíneo que estimula la acupuntura. El nervio facial recibirá mayor nutrición, facilitando así los mecanismos de reparación de nuestro organismo. Dependiendo del grado de la parálisis, la persona necesitará sesiones continuas de por lo menos 3-4 veces a la semana. Se recomienda alternar con masaje.